Mi maternidad llegó en el momento cúspide de mi vida profesional, en el trabajo que siempre había soñado y con la fortuna de poder “flexibilizar” mi horario laboral para así poder vivir mi maternidad y continuar con mi desarrollo profesional. Durante los primeros 2 años viví con poco tiempo para aclarar las dudas comunes de las madres primerizas, resolviendo y reaccionando más que respondiendo y conociendo las necesidades de mi hija Bárbara y así fue como sin darme cuenta, iba desempeñándome en la maternidad en una semi ignorancia, siendo la mejor mamá que podía ser entre la responsabilidad del trabajo, la casa y la familia.
Dos años y medio más tarde llegó Amanda y ahora como madre de dos, con un poco más de experiencia, surgieron más dudas; el camino no parecía hacerse más sencillo, a pesar de estarlo recorriendo por segunda vez. Más responsabilidad, más trabajo, menos tiempo… Me resistía a dejar de trabajar, pensaba que mi desempeño era aceptable en ambos lugares; sin embargo, mi intuición me pedía más tiempo y atención a mi familia, pero existía una resistencia ligada a una autoexigencia. Hasta la llegada de Bruno quien llegó a completar la familia y regalarme el tiempo y la conciencia de ser mamá.
Como madre no tenía resultados inmediatos, ni reconocimiento externo. Aprender que la recompensa es interior y que el reconocimiento llegaría con el tiempo fue más complicado de lo que esperaba.
Hasta ese momento tuve el tiempo para mirarme y vivir la gran labor de ser mamá de 3. Una niña de 4 años, otra de un año nueve meses y un recién nacido. Pude vivir ese momento desde un lugar único, sin prisas, ni distracciones, descubrirme y encontrarme en esa nueva dimensión con mucha información, mucho que aprender y paralelamente vivir el duelo por dejar mi vida laboral. Tuve también un confrontamiento interior sobre lo que eran mis juicios de sentirme exitosa y vista; pero así fue que pude recibir el regalo de ser madre como esta oportunidad de crecimiento y transformación hacia otra plenitud; un rediseño de mi persona, hacia la mamá que quería para mis hijos, pero sobre todo una transformación hacia el ejemplo de lo que quiero que mis hijos vivan.
Hoy coach certificada como facilitadora en Disciplina Positiva y Facilitadora del Método Paternidad Efectiva, diplomada en Inteligencia Emocional para la familia, intento afrontar los retos que me presenta la maternidad desde un lugar más consciente, compasiva con mis hijos y conmigo misma. Busco aportar y acompañar en este crecimiento a quienes han encontrado un reto en la crianza de sus hijos.